Aprovechando que estos días se habla tanto del precio del petróleo y del ahorro de gasolina, quiero poner de relieve cómo afecta todo esto en la sostenibilidad de las TIC. Y no me refiero solo a los impactos sobre el medio ambiente de las nuevas tecnologías. Está en juego la viabilidad de nuestra profesión tal y como se plantea hoy en día.
Desde hace muchos años se sabe que el petróleo es una fuente de energía fósil finita. Todavía queda tiempo para que se agote, pero queda mucho menos para que sea inalcanzable. La teoría del pico del petróleo nos dice que la producción de petróleo descenderá tan rápidamente como ha subido cuando se hayan extraído la mitad de las reservas del planeta. Las organizaciones internacionales (la Associación para el estudio del pico del petróleo, la Agencia Internacional de la Energía, la OCDE, diversas organizaciones ecologistas, ...) no se ponen de acuerdo en la fecha concreta: 2008, 2010, 2015, ... Lo que está claro es que si no ha ocurrido ya, lo hará pronto.
¿Cuáles son las consecuencias del pico del petróleo? Fin del petróleo barato y su encarecimiento progresivo. Las previsiones de precios tampoco se ponen de acuerdo: 150$ para el 2015, 220$ el año que viene si las revueltas del Norte de África continúan, ... Lo que está claro es que aunque el precio del petróleo baje cuando se acabe el conflicto de Libia (que deseo que sea lo menos cruento posible), estamos destinados a sufrir aumentos progresivos y sin un techo del precio del petróleo a medio y largo plazo.
El resto de fuentes de energía también aumentarán su precio cuando el petróleo suba y las que sean fósiles también cumplirán la ley de Hubbert: gas natural, carbón, uranio, ... todas tienen su propio pico al acecho. Las renovables no lo tienen, pero son caras. En este caso hay que aplicar una mentalidad de seguridad: ya nadie se plantea que adquirir un antivirus o un firewall sea un gasto inútil.
¿Cómo afecta todo esto a las TIC? Pues mucho, igual que a la sociedad en su conjunto, lo que nos obligará a hacer grandes cambios. Primero de todo, optimizar al máximo nuestros equipos. Habrá que comprar los equipos más eficientes energéticamente hablando, los más ajustados a las necesidades previstas para evitar cualquier despilfarro o extender la virtualización allá donde sea posible. También será necesario cambiar los métodos de aprovisionamiento: con los transportes subiendo a precios prohibitivos, la compra de nuevos equipos será mucho más costoso, igual que la reposición de piezas averiadas. Esto será una reto para fabricantes y distribuidores.
La fabricación de nuevos equipos también se encarecerá: el gasoil utilizado para extraer materiales de las minas, el queroseno para enviar los materiales de una fábrica a otra y el uranio de la central nuclear que alimenta las fábricas (si después de Fukushima todavía quedan en marcha) serán mucho más caros y esto se repercutirá en el precio de los componentes. Esto forzará un cambio de mentalidad y se procurará alargar la vida de los equipos tanto como sea posible (esto ya está justificado ahora mismo desde un punto de vista de ahorro energético global, ya que un ordenador, por ejemplo, gasta más energía en su fabricación que en su vida útil).
También habrá un cambio de mentalidad en el uso de las nuevas tecnologías. Se acabará, sea por cambio de hábitos o forzado por las direcciones de las empresas, el dejar pantallas, ordenadores, servidores o commutadores encendidos cuando no realicen trabajo útil. Todo gasto inútil se tiene que cortar. En una segunda fase se cuestionarán servicios en marcha y se racionalizarán los que queden, llegando a hilar muy fino en, por ejemplo, qué contenidos merecen ser almacenados. Según cómo se encarezca la energía, el modelo "todo en línea" se tambaleará.
Otro cambio previsible es que se volverá a dar mucha importancia a la calidad y la eficiencia del software. Con unos costes de energía crecientes, la hora de programación será relativamente más barata y se buscará aprovechar al máximo un hardware escaso y difícilmente ampliable.
Hay que ver que dentro de este cuadro gris oscuro, las TIC también tendrán un papel clave en la reducción del gasto energético. Todas las tecnologías que ahora se llaman Green IT 2.0 serán imprescindibles: soluciones de telepresencia, teletrabajo, control del gasto energético, ecodiseño, ... Todo lo que permita de forma global ahorras unas gotas de gasolina tendrá su oportunidad.
La sociedad tiene delante suyo un reto gigantesco. Los profesionales de las TIC, como parte de las sociedad, debemos prepararnos cuanto antes mejor. Pero también debemos saber detectar las oportunidades para ayudar a la sociedad a hacer una transición hacia un mundo con energía cara lo menos abrupta posible y ya tenemos algunas herramientas disponibles para ello.
sábado, 2 de abril de 2011
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