He escrito más de un artículo abogando por alargar la vida de los equipos electrónicos. Las ventajas para el medio ambiente son muchas: se reducen los residuos generados al renovar los equipos con menos frecuencia, se usan menos materiales y energía para fabricar equipos a lo largo del tiempo y se gasta menos combustible en el transporte de todos los componentes (de las minas a las fábricas, de las fábricas a los consumidores). También es cierto que aumentan los impactos derivados de tener que hacer más reparaciones, pero son menores que los de fabricar un equipo nuevo.
Santiago Niño Becerra, catedrático de Economía que vaticinó el inicio de la crisis en el 2008 allá por el 2006, tiene otra razón de carácter económico para apoyar que se alargue la vida útil de los aparatos electrónicos: la eficiencia. En el blog que mantiene en el portal La Carta de la Bolsa explica una experiencia personal: no podía encontrar una batería para su portátil de 6 años porque los fabricantes sólo garantizan reposición de piezas durante 5 años. Él lo califica de desperdicio.
Y así es. Cada día miles de toneladas de tecnología punta van a parar a la basura por capricho del usuario o por obsolescencia programada del fabricante. ¿Cuántos aparatos os han dejado de funcionar a los 2 días de acabarse la garantía de 2 años? A mí más de uno. Y es algo que hay que cambiar si no queremos agotar los recursos mineros y contaminar todos los rincones del planeta con plomo, mercurio o cromo hexavalente.
Mi penúltimo ordenador sigue con vida en casa de mi hermana después de 8 años. Mi penúltimo móvil 3 y medio (aquí tengo que mejorar). Mi escáner e impresora tienen 8 años largos. Mi televisor 7 (y que dure).
¿Y tú? ¿Cada cuánto renuevas tus equipos electrónicos en buen estado?
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